No elijo ser un hombre común.

Tengo derecho a ser poco común.

Si puedo buscar oportunidades, no seguridad, quiero correr el riesgo calculado para soñar y construir, fracasar y tener éxito. Me niego a intercambiar incentivos por subsidios de desempleo.

Prefiero los desafíos de la vida a la seguridad garantizada, la emoción de la realización a la rancia calma de la utopía.

No cambiaré mi libertad por beneficencia, ni mi dignidad por una limosna.

Nunca me acobardaré ante ningún amo, salvo mi Dios.

Mi herencia es estar erguido, orgulloso y sin miedo. Pensar y actuar por mí mismo, disfrutar del beneficio de mis creaciones; enfrentar al mundo entero con valentía y decir: "Soy un estadounidense libre".